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miércoles, 13 de agosto de 2014

DE LO SAGRADO EN LA DANZA Y POESIA: A PROPÓSITO DE LA OBRA LOS INOCENTES






UNA PLEGARIA A LA LIBERTAD

Deliberar sobre la inocencia a través de la danza.

Usar un texto que se recrea constantemente en las verdades esenciales de una eterna adolescencia.

Para su última obra en Lima antes de dirigirse a nuevos rumbos, el maestro de danza y coreógrafo costarricense Francisco Centeno escogió llevar a escena un hito de la literatura peruana, Los Inocentes de Oswaldo Reynoso.

¿Cuáles fueron los motivos de Francisco?

Me parece encontrar esas razones en el lenguaje que él decidió usar para decírnoslo.

Así como Reynoso incorpora por primera vez  en la literatura  peruana el lenguaje de los jóvenes  y una riqueza léxica de uso coloquial como la jerga, haciendo de lo común, poesía y de lo cotidiano una obra de arte; así encontramos que Francisco usa un lenguaje de movimientos enriquecidos con un léxico inédito, vigoroso, de gran riqueza visual  y altamente poético.

Francisco, quién pasó los últimos años en nuestro país, ha estado  en ese proceso de incorporar nuevos movimientos a través de la exploración  de un lenguaje del movimiento suave y fuerte, preciso y técnico, audaz y altamente personal. Con su paso por el  Ballet Nacional, el Ballet de San Marcos y otros estudios privados,  ha contribuido a enriquecer el lenguaje de la danza en nuestro país. Por ello no encuentro casual que para despedirse de Lima, consciente o quizá inconscientemente haya recurrido a una obra que marcó un antes y un después en la literatura peruana.

El uso de este lenguaje con bailarines de formación clásica  acostumbrados a un discurso de movimiento probablemente mas rígido ha enriquecido su danza permitiéndoles explorar nuevos extremos de su virtuosismo e incorporar nuevas técnicas a su quehacer habitual sin perder la fuerza y precisión de lo académico mientras incorporan la liviandad y expresividad de  la vanguardia. Pero y sobretodo no dejar que la técnica opaque la intensidad ni la  pasión sino que estén al servicio de ella. Ya lo dijo  Martha Graham “los grandes bailarines no son geniales por su técnica, son geniales por su pasión” y los bailarines de Francisco, conducidos sabiamente por él,  tienen lo mejor de ambos mundos. “La danza no solo es la trasmisión de una técnica sino de un impulso vital profundo” dijo Isadora Duncan. Eso es lo  que nos trasmiten los bailarines de Francisco.

José María Arguedas alguna vez dijo sobre la obra de Reynoso que “Los Inocentes, muestran una mezcla de la jerga juvenil con la alta poesía”. Que mejores palabras que las de Arguedas para describir a “Los Inocentes” de Francisco. Alta poesía. Vi  su obra dos veces y me quedé con ganas de verla mas. Y las palabras de Arguedas resuenan en mí de manera reiterada. “Alta poesía”. Poesía del movimiento.

Y la danza, la “Alta Danza” es poesía. El maestro de danza, el poeta del espacio. Usa el movimiento  de los cuerpos, el sonido, las luces y demás detalles para finalmente revelarnos la magia del espacio como un ser vivo y dinámico, convirtiendo lo inasible en algo palpable…. por un instante. Lo multidimensional es intuido a través de nuestra limitada percepción tridimiensional.

La “Alta Danza” puede ser descrita tal vez por las palabras de Platón al referirse a la poesía “Esa cosa liviana, alada y sagrada”.

Y en la Danza, sucede como en la poesía. Como decía Borges “La materia de la poesía es la emoción”. No las palabras. La materia de la “Alta Danza” es la emoción. No los movimientos. Como Octavio Paz dijo refiriéndose a lo que trasmite la poesía: si sentimos emoción, si sentimos placer, si sentimos liberación interior, revelación, expansión espiritual, intuición, danza, creación de nuevos mundos y epifanía… Tal vez eso, sea la “Alta Danza”. Tanto para el que la percibe, el espectador; como para el que  se presta a ser ese  canal preciso y privilegiado para su revelación, el Danzante; y el generador de todos esos mundos y emociones y de nuevas formas de experimentar éxtasis, el maestro de Danza. Trinidad.

La poesía es considerada por muchos autores como una realidad espiritual inasible. Un estado de conciencia. Un estado del Ser mas allá del arte.  No es ésta acaso una forma de describir la Danza?

Así como “metros y rimas no son mas que correspondencias, ecos, de la armonía universal”Octavio Paz,  así los movimientos en danza solo son el  pretexto, el instrumento que nos revela, por un instante, la mística atemporal del espacio. “Yo siempre he sido místico” dijo alguna vez Reynoso. Y Francisco  explora con su danza esos confines a través del rito del movimiento.

“Sagrada” nos dice Platón. Y Reynoso confesaba “La literatura para mí, además, es un ejercicio  artístico, una manera de expresarme y a través de esa expresión poder encontrar el misterio. Lo sagrado”.

Ese misterio, eso sagrado que se hace  evidente entre cada movimiento inspirado por Francisco y co-creado por sus extraordinarios Danzantes a quienes seguramente ha mostrado como contactar con su Ser para danzar desde allí y crear poesía. Danza. Esa sagrada comunión donde el cuerpo del Danzante es entrenado para desaparecer y convertirse en  espíritu. Para desaparecer su opacidad y hacerse trasparente. Y dejar que la luz, su luz, nuestra luz que se reconoce irradiando en el Danzante, brille,  se expanda y sea nuevamente Infinito Vibrante. “Lo que yo pretendía era que mente y espíritu fuesen los motores del cuerpo y los elevasen sin esfuerzo aparente hacia la luz”,  Isadora Duncan.

Francisco también parece incluir en su obra, la poética mas  reciente de Reynoso en obras como “Busca de Aladino” y “El goce de la Piel” donde la contemplación del cuerpo se hace poesía o como dijera Gonzáles Vigil, se puede percibir “la límpida moral de la piel”.

Cada movimiento compuesto con un léxico novedoso por Francisco nos acerca a experimentar una inefable belleza. Ha alimentarnos de lo inasible. De la Inocencia de la pureza. De la pureza del arte puro. Y hacernos Inocentes. Los inocentes que nos alimentamos de ese "centeno" sembrado por Francisco para que nuestra alma se recomponga… o simplemente divise, experimente, nuevas dimensiones de expansión de conciencia.

Y el espacio. Cada punto en él descubriéndose silenciosamente… o tangiblemente, con cada nube de polvo…que se eleva desde el piso convirtiéndose en una realidad etérea que se alza hacia los cielos después de acariciar los pies desnudos. Las matemáticas cartesianas se vuelven vivas y laten cada vez que se desliza un cuerpo en aquella "ilimitada kinesfera", como la llamaría Laban. Todo  misterio es percibido…simultáneamente. La velocidad de los movimientos no deja lugar al pensamiento. La razón y el análisis se quedan sin aliento, mientras se pinta el espacio con nuevos colores, con distintos sabores de movimiento y diversos arcoíris que segrega cada poro de los cuerpos.

Y todos los colores, hechos uno. El blanco. El blanco de la inocencia, de la pureza, de todo inicio. Un blanco polvo que es…el polvo del inicio, de la concepción, de la procreación. El blanco polvo del fin, de los huesos que quedan, demolidos, al final de los tiempos. Así encontramos la unión de los opuestos en ese blanco color del polvo. Presente al engendrar un cuerpo. Presente al momento de su disolución. Presente en todo momento, como  nube, como humo, inhalado, exhalado, alucinado. Perpetuo. Como punto de inicio. Como  los sueños que se alcanzan y los que  quedan en el  camino. Como punto final.

El  polvo y su blanca inocencia que no sabe cómo se moverá después, es el séptimo Danzante. Y con su danza aleatoria avanza en movimientos que dejan a  todos los espectadores cubiertos de la pureza de la  Danza, integrados todos en una totalidad unificada. En ese nuevo universo creado por Francisco, en esa láctea vía creada por el polvo... y por la danza.

Y en  esa totalidad de repente un punto. Un punto de luz. Un punto de fuego que exhala humo desde su blanco cuerpo, mientras es saboreado por labios inocentes.

Y en esa totalidad de repente un punto. Un punto de luz. Que refleja la luz. Un punto acuoso. líquido, móvil, que se desliza por las mejillas.

Desde ese punto trasparente y fluido se hace evidente la materia prima de la que hablaba Borges  y refrendaba Octavio Paz. Desde esta materia prima de la poesía, observamos, transformados, la "Alta Danza".

Y los juegos de la velocidad y la quietud. Los opuestos, nuevamente. La composición constante de movimientos que transitan entre esos confines. Movimientos violentos, movimientos delicados. Y una estética esencial. Que recurre a movimientos mínimos y máximos haciendo visibles los recovecos del espacio. Haciendo visibles los recovecos del alma.

Y el alma inunda el espacio. En forma de danza y polvo, llevándonos hacia la pureza de la adolescencia, hacia su audacia, hacia la quiebra de normas. Hacia la búsqueda de la  libertad. Solo el escenario está quieto, vestido de ladrillos, insinuando la prisión de la que el alma quiere fugar en danza. Y el espacio inunda el alma.

Moviéndose como serpientes luminosas con sus cuerpos ya blancos y purificados con la  dureza de la  ternura los Danzantes se elevan.

No veo, no oigo, no hablo. No procreo.

Y la música se entreteje con el polvo para crear una atmósfera sagrada. Y uno se queda entre nota y nota, ascendiendo…. Con ella y con el polvo.

Solo ascienden los Inocentes.

Los  inocentes mantienen sus  esperanzas y sus sueños.

Despliegan su alas  para conducirnos a sus alturas donde, como bien nos dice Reynoso al final de su obra;

“algún día encontrarás un corazón a la altura de tu inocencia”.


Gracias Francisco.


Arq. Javier Ortiz Cabrejos
Autor del libro BRAHM DARSHAN 

1 comentario:

Javier Ortiz Cabrejos dijo...

A pesar que este es un blog dedicado al libro BRAHM DARSHAN pensé en publicar este comentario sobre Danza. Danza y Poesía. O poesía del movimiento que me fue pedido por Francisco Centeno luego de que conociera mis apreciaciones sobre su obra. He aprovechado esta ocasión para poder emitir mis conceptos en general sobre Danza y Poesía sustentados por los puntos de vista de grandes poetas,filósofos y maestros de danza.